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INVIERNO EN EL PARQUE NACIONAL DE AIGÜESTORTES I SANT MAURICI, PIRINEOS. FEBRERO 2017

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EL VIAJE

Sábado 4 de febrero de 2017

Es el invierno de 2016-2017. Este invierno fue especialmente frío y con mucha nieve en toda la zona del Pirineo. Así pues, no puedo desaprovechar unas excursiones que estaba organizando el grupo de jóvenes del Centro Excursionista de Catalunya.

Me apunto a la excursión con muchas ganas, deseando que llegue ese fin de semana.

Desgraciadamente, me salió un trabajo que no podía rechazar, y esa mañana —la del sábado, en la que tendría que haber salido con todo el grupo— tengo que trabajar. Para colmo, trabajaré en Berga, que está a un par de horas de mi casa. Así que voy a Berga, y cuando termino el trabajo, vuelvo a casa, me ducho, recojo los trastos, cojo el coche y subo corriendo hacia la zona de Aigüestortes.

Aquí surge otro problema: una excursión que, en principio, sería más corta porque empieza en el parking de arriba (Prat de Pierró), en invierno, debido a la nieve, se inicia desde el pueblo de Espot.

Llego al pueblo y está lloviendo mucho. Empiezo la subida y acabo empapado por la lluvia. Ya subiendo, casi a la misma cota del parking de Prat de Pierró, la lluvia se convierte en nieve. Sigo avanzando y, cuando llego al Estany de Sant Maurici, toda la nieve cubre el paisaje y la nevada se vuelve más intensa. Además, es de noche y hace algo de viento. Por suerte, estoy acostumbrado a estos ambientes y llevo todo lo necesario para estas circunstancias, incluso por si tuviera que pasar la noche en medio del bosque en caso de emergencia.

Sigo subiendo hacia el refugio de Amitges.

Llego por fin al Estany de Sant Maurici, y a partir de aquí empieza lo realmente duro. Está cayendo una buena nevada y con viento de cara, viento del norte. Sigo subiendo, siguiendo la huella que dejaron mis amigos del Centro Excursionista de Catalunya.

Voy tras la huella. El recorrido no presenta grandes dificultades, pero ya un poco más arriba, después de pasar otros estanques que están helados en esta época, el viento y la nieve arrecian, y acabo perdiendo la huella.

Aquí ya se pone a prueba mi orientación. Es de noche, los copos me golpean la cara, y con el frontal encendido es un poco difícil avanzar. Pero bueno, a mí me gusta esta clase de aventura. Además, tengo la tranquilidad de llevar todo el equipamiento necesario por si tuviera que pasar la noche en cualquier rincón.

Hay que decir que, cuando nieva, la temperatura no baja en exceso. Normalmente estás en torno a -3, -6 o -10 °C como mucho. No llegas a temperaturas extremas como -20 o -25 °C.

Sigo subiendo, y ya casi llegando al refugio, el camino hace un par de giros en zigzag. Aquí me desoriento un poco. No estoy seguro: mi intuición me dice que tengo que seguir por el camino, pero no sé si esas marcas son del viento o del propio trazado.

Saco el GPS —que por suerte siempre llevo, aunque intento no usarlo para ahorrar batería— y me orienta un poco. Me confirma que voy bien, justo como creía desde un principio.

Sigo subiendo, aunque tengo que pararme un par de veces porque la nieve me da directamente en la cara y no veo nada.

Finalmente, llego al refugio. Entro, y casi todos mis compañeros están durmiendo o a punto de dormir. Me quito toda la ropa, empapada por la lluvia y la nieve, y la pongo a secar. Como algo de fruta y me voy a dormir.

Domingo 5 de febrero de 2017

Amanece un día espectacular, realmente increíble.

Eso sí, estoy agotado por la caminata del día anterior. Entre que llevas peso —el equipo fotográfico, el saco de dormir, los crampones, las raquetas…— y que la lluvia del día anterior me dejó hecho polvo, estoy destrozado.

Ese domingo había una salida organizada con el grupo: unos iban a hacer una ruta con esquís de montaña y otros íbamos a subir una cima que no era especialmente difícil, aunque no recuerdo bien cuál.

Les comento que yo no, que estoy agotado, que no me veo con fuerzas. También le digo a otro que, con el tiempo que hace, no lo veo muy factible subir a ninguna cima. Aunque también es cierto que puedes ir probando, y si no lo ves claro, das la vuelta y listo.

Algunos empiezan a subir con esquís, pero se dan la vuelta rápidamente: dicen que es inviable.

Así que empezamos a bajar los que vamos con raquetas de nieve, y el paisaje… es simplemente maravilloso. Es realmente espectacular.

Este parque ya es impresionante en cualquier época del año, incluso en el peor día del año sigue siendo espectacular. Pero hoy, después de la gran nevada de anoche, está todo el paisaje cubierto de nieve, todos los árboles, todo… Es realmente mágico.

Vamos bajando y disfrutando del bosque con las raquetas, gozando de la nieve virgen. Una pasada. Al final regresamos al centro.

Realmente, ha valido mucho la pena el esfuerzo de haber subido la noche anterior. Y sí, es verdad que no es lo más recomendable hacer estas rutas de noche, pero al final yo llevaba todo el equipamiento necesario por si me pillaba la tormenta y no podía continuar. En ese caso, podría haber pasado la noche donde fuera.

Eso para mí es clave: no solo por ir de noche, sino porque incluso de día, sobre todo en invierno, hay que llevar saco de dormir, esterilla y funda vivac.

¿Por qué? Porque aunque tengas tiempo de sobra para llegar al refugio o para completar una vuelta circular, imagina que te lesionas. Si tienes que parar la actividad, te enfrías muy rápido. Y si tienes que esperar un rescate —que a veces tarda hasta el día siguiente porque los equipos están ocupados—, puedes congelarte, coger una hipotermia… y morir. Por eso es importante ir preparado para pasar la noche.

Y así acaba esta aventura… ya esperando la siguiente.

EQUIPO USADO EN ESTE VIAJE

GUÍAS Y MAPAS

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