Llega el verano y qué mejor momento para viajar. Ese año tenía trabajos esporádicos que me permitían tener mucha libertad de tiempo y me proporcionaban el dinero suficiente para el día a día en Sabadell y para poder gastar en viajes. También es cierto que mi día a día siempre ha sido muy austero y ahorrar para comprar objetos importantes o, sobre todo, gastar en viajes.
Después de hacer el viaje a Islandia en el mes de marzo, me di cuenta de que tenía muchas ganas de aventura.
Así que, con la misma agencia de viajes, me apunté a uno de sus viajes a Groenlandia. Como hacía escala en Islandia, pedí que me adelantaran el vuelo a Islandia y que me retrasaran el vuelo a Barcelona. De esta manera, tenía unos días antes y después de Groenlandia para hacer una visita rápida a Islandia en verano.
El vuelo directo era de Alicante a Reykjavik y, para evitar escalas, preferí comprar un billete de tren de Barcelona a Alicante. Este viaje en tren me gustó mucho. Fui todo el recorrido escuchando música y contemplando el paisaje. Me sorprendió gratamente el paisaje de la Comunitat Valenciana. Aunque en su mayoría es árido, tenía su encanto.
Cojo el vuelo a Islandia, mucho más tranquilo que el vuelo del mes de marzo, llego a Reykjavik y con bus me desplazo al hostel de la capital. Una vez allí, alquilo un coche y animo a dos viajeros que me acompañen a ver las cascadas de Gullfoss y Skogafoss. Los dos días siguientes iría solo recorriendo otros lugares del sur de Islandia.
A la vuelta de Groenlandia, me centro en una zona norte del oeste de Islandia, yendo de nuevo al Kirkjufell, acantilados volcánicos…
Me despido de Islandia y vuelvo, esta vez con vuelo directo de Reykjavik a Barcelona.