Esta página contiene algunos enlaces de afiliados como amazon o hotmart. Si haces click en un enlace, yo me llevo una pequeña comisión por venta sin que a ti te salga más caro. Gracias a ello, puedes seguir disfrutando de este contenido gratuitamente.
INTRODUCCIÓN
Después de estar unos meses sin hacer nada, por fin llegamos a mayo de 2025.
Este será el primer viaje con nuestro bebé. Ya habíamos ido al camping con nuestra caravana, al Pirineo, a finales de marzo, cuando tenía 3 semanitas. También hicimos otra escapada de fin de semana, y ahora comenzamos nuestro primer gran viaje en familia. Solo tiene 2 meses de vida.
Teníamos muchas ganas de volver a hacer un viaje en autocaravana o camper, después del éxito de los anteriores viajes de este estilo en Noruega en septiembre de 2023 y Suiza y Alsacia en mayo de 2024.
EL VIAJE
Jueves 8 de mayo de 2025
Bien, empezamos el viaje:
yo recogí la autocaravana y fui a buscar al niño y a mi mujer a casa.
Una vez en casa, cargamos al niño, luego todo el equipaje. Es un poco tarde así que no sabemos con certeza si llegaremos, ni a dónde llegaremos. Le damos un poco de caña y llegamos hasta un área de autocaravanas que está en el sur Francia.
Estas áreas de autocaravanas pertenecen a una empresa privada que se llama Camping Car Park. Está muy bien, porque accedes con tu tarjeta, no tienes horarios, entras y sales cuando quieres, y vas recargando el saldo virtual que ellos gestionan.
Viernes 9 de mayo de 2025
Con el niño es un poco difícil hacer muchos kilómetros, porque al final pide comida, está incómodo, se ha hecho pipí o caca… Pero bueno, nos va dejando huequecillos, y cuando está tranquilito, aprovechamos para avanzar.
En una de estas paradas llegamos a Carcasona. Allí todavía no teníamos mucha habilidad para portear al niño, así que fuimos con el carro. ¿El problema del carro? Que Carcasona no deja de ser una ciudad medieval, con calles adoquinadas, y al ir con el carro el pobre niño iba dando botes. Así que solo recorrimos un pequeño tramo de la ciudad. Aun así, fue bonito: era la primera ciudad realmente turística que visitábamos con él, y nos hizo mucha ilusión.
Después de Carcasona nos dirigimos hacia el norte. Como ya habíamos decidido que era demasiada distancia llegar hasta Holanda con el niño, optamos por quedarnos recorriendo Francia. Nuestro objetivo más lejano sería llegar hasta los castillos del Loira.
De camino, mi mujer encontró un pueblo que tenía muchas ganas de ver: Saint-Cirq-Lapopie. Es un lugar muy pintoresco y bonito, situado en el centro de Francia. Así que, tras salir de Carcasona, seguimos hacia el norte buscando un área de autocaravanas que nos permitiera avanzar un poco más en la ruta.
¿Cuál fue el problema? Comimos en Carcasona, y por las tardes el niño suele estar más cansado e irritable. Tuvimos que atravesar Toulouse en medio de mucho tráfico, y no podía parar en ningún sitio. Fue el único momento un poco más tenso del viaje con el niño.
Por fin llegamos a un área de autocaravanas que estaba justo al lado de un camping municipal. Preguntamos el precio y era más o menos el mismo que el del área, así que decidimos quedarnos en el camping. Allí pudimos ducharnos, entrenar un poco, limpiar bien los biberones del niño… en fin, aprovechar para hacer todo lo que necesitábamos con más comodidad.
Sábado 10 de mayo de 2025
Y haciendo caso a mi mujer, nos dirigimos al pueblo de Saint-Cirq-Lapopie. Todo el trayecto fue muy bonito, muy pintoresco, y por fin llegamos al pueblo. Es un lugar turístico, sí, pero realmente precioso. Los accesos están bien y, además, con esta primavera tan exuberante y el buen tiempo que nos acompaña, la visita resulta aún más agradable.
Aquí nos animamos y decidimos usar el portabebés. El porteo fue todo un acierto, de hecho, acabó siendo la clave de casi todo el viaje.
Pudimos llevar al niño porteado fuera del pueblo y por las calles. Al principio nos costó un poco —él se mostraba molesto y nosotros no teníamos mucha práctica—, pero le fuimos cogiendo el truco y la cosa mejoró. Recorremos el pueblo, callejeamos un poco y, tras visitar el mirador y disfrutar de las vistas, volvemos a la camper.
Una vez de vuelta a la camper, lo primero que hicimos fue dar de comer al niño, y después sí, comimos nosotros.
Luego, cogemos la carretera rumbo a Rocamadour. El camino es precioso: atravesamos pueblitos encantadores, campos verdes, paisajes muy agradables… Y finalmente llegamos a Rocamadour.
Pero… nos decepciona un poco. Hay muchísima gente, apenas se puede caminar. Bajamos con el carro (la bajada bien), pero después hay que usar el ascensor para subir, y hay colas por todas partes. La visita estuvo bien, sí, pero después de haber estado en Saint-Cirq-Lapopie, Rocamadour nos supo a poco, nos dejó una sensación algo floja.
Pasamos la noche en un camping. Y justo por la mañana, anuncian mal tiempo.
Domingo 11 de mayo de 2025
Aquí nos levantamos temprano. Toca limpiar biberones, recoger todo… y justo en ese momento nos sorprende una buena tormenta que nos deja todo empapado. Pero bueno, recogemos como podemos y nos dirigimos hacia el norte.
Al principio el trayecto se hace un poco largo, pero después conseguimos avanzar bastante y hacemos una buena tirada de kilómetros, lo que nos permite llegar bastante al norte, al inicio de la ruta de los castillos del Loira.
La primera parada es en un área de autocaravanas que está en Amboise. El lugar es precioso. Lo primero que llama la atención es el castillo, y todo el pueblo tiene ese aire medieval encantador. El puente, las flores, el río… todo enmarca el paisaje de una manera muy bonita.
Pasamos la noche allí. Todo está tranquilo, y damos un paseo relajado para disfrutar del entorno antes de descansar.
Lunes 12 de mayo de 2025
Uno de los primeros castillos que visitamos fue el de Chenonceau. Este castillo tiene algo muy especial: está construido sobre el río, lo que crea un reflejo precioso en el agua. Es realmente bonito.
Todavía íbamos con el carrito, lo que nos complicaba un poco las cosas, sobre todo con las escaleras. Aun así, mereció la pena. Nos las arreglamos para portear el carro cuando hizo falta.
Durante la visita al castillo, queríamos salir a disfrutar de los jardines, pero justo en ese momento nos cayó un buen chubasco, bastante intenso. Así que decidimos esperar a que pasara la lluvia. Hicimos la visita por turnos: mientras mi mujer se quedaba abajo con el niño, yo recorría el interior, y luego hicimos el cambio.
Una vez terminado el recorrido, fuimos al otro lado del río para ver el castillo desde otra perspectiva y disfrutar del reflejo en el agua. Después, volvimos a la camper para comer y descansar un poco.
Por la tarde, nos dirigimos a otro castillo, uno realmente espectacular, que habíamos reservado para un día con buen tiempo porque el lugar lo merecía. Nuestro siguiente destino: el castillo de Chambord.
Hay un área de autocaravanas en el mismo aparcamiento del castillo. No tiene servicios —ni electricidad ni vaciado de aguas—, pero se puede pernoctar, lo cual es perfecto. Lo mejor de dormir allí es poder disfrutar tanto de la puesta de sol como de la salida del sol en un enclave tan impresionante.
Llegamos, aparcamos y nos fuimos directos a visitar el castillo. El entorno es increíble, con los canales de agua rodeándolo. Esta vez ya nos animamos mucho más a portear al niño, porque era imposible recorrer el interior del castillo con el carro.
Visitamos todo el castillo por dentro, y fue espectacular. Las vistas desde los balcones superiores son impresionantes. Al terminar, salimos y recorrimos también los exteriores antes de volver a la camper. Luego, cenamos tranquilos y descansamos.
Pero yo todavía tenía un plan más en mente: quería fotografiar el castillo iluminado por la noche. Mi mujerme decía que no, que eso no lo hacían todos los días, pero yo tenía la intuición de que sí. Pensaba: “No sé… creo que esta noche sí lo iluminan.”
Y efectivamente, así fue. Pude fotografiar el castillo iluminado, con luces que iban cambiando de color. Además, tuve la suerte de que la luna llena empezó a salir justo por detrás del castillo. Fue un momento mágico, de esos que no se olvidan
Martes 13 de mayo de 2025
Pasamos una noche bastante tranquila.
Hoy nos dirigimos a visitar el castillo de Chaumont-sur-Loire. Al principio, la llegada fue un poco decepcionante: había un grupo grande de escolares, adolescentes algo alborotados. Estaban todos muy concentrados en la entrada, y por un momento pensamos que no podríamos visitar el castillo con calma.
Intentamos avanzar a pesar de todo y, por suerte, el grupo se quedó rezagado, así que pudimos ir explorando por nuestra cuenta. Aquí, otra vez, tuvimos que portear al niño, porque el castillo tiene muchas escaleras y es prácticamente imposible recorrerlo con el carrito.
El interior es muy bonito, aunque quizá no tan espectacular como los anteriores, pero aun así vale mucho la pena. Desde la terraza del castillo hay unas vistas preciosas del río Loira y del valle. Un lugar realmente especial.
Al salir del castillo, por fin pudimos fotografiar la entrada sin apenas gente, lo cual fue un pequeño logro. Después intentamos visitar los jardines botánicos del castillo, pero no nos convencieron demasiado, así que decidimos continuar.
Ya era mediodía, y no sabíamos si quedarnos a comer allí o no, pero hacía mucho calor y el aparcamiento no tenía ni un solo árbol para darnos sombra. Así que decidimos seguir y buscar un lugar más agradable para comer.
Finalmente, nos dirigimos al siguiente destino: el castillo de Azay-le-Rideau. Justo al lado del castillo hay tanto un área de autocaravanas como un camping. Preguntamos los precios y vimos que el camping costaba prácticamente lo mismo que el área, así que optamos por el camping. De ese modo, teníamos servicios: duchas, zona para lavar platos y biberones, electricidad, etc.
Como llegamos pronto, sobre las tres de la tarde, tuvimos tiempo para relajarnos. Pudimos ducharnos, hacer un poco de ejercicio, pasar un rato tranquilo con nuestro bebé y disfrutar realmente de las vacaciones. Dimos un paseo breve por el pueblo y nos fuimos a dormir temprano. Al día siguiente, madrugamos.
Miércoles 14 de mayo de 2025
Nuestro despertador, como siempre, es el niño… y su estómago. Una vez despiertos, aprovechamos ya todo el día.
Hoy visitamos el castillo de Azay-le-Rideau. Es un castillo precioso, con un entorno muy cuidado, jardines y unos reflejos espectaculares sobre el agua. Por suerte, esta vez ya llevábamos al niño porteado directamente, lo que nos vino perfecto para subir escaleras y visitar el interior con mucha más libertad.
Después de terminar la visita a este castillo, nos dirigimos al que sería nuestro último castillo en el Valle del Loira: el castillo de Ussé.
Este castillo nos encantó, pero de verdad, muchísimo. ¿Por qué? Porque no está tan masificado, ha sido restaurado con mucho mimo, pero aún conserva zonas que se sienten muy auténticas. Se pueden subir muchas escaleras, explorar pasadizos estrechos con pequeñas ventanas, y eso le da un encanto especial. Nos pareció espectacular por dentro.
Hay una zona en un altillo donde tienen muchos objetos antiguos, sin restaurar, que se ven muy reales y con historia. Nos gustó muchísimo. También hay un pasillo que, según cuentan, es donde dormía la Bella Durmiente. Tiene unas escaleras bastante empinadas, pero al ir porteando al niño lo hicimos sin problema.
Aunque eso sí, yo iba cargado: el niño por delante, y por detrás la mochila con la cámara, el ordenador portátil… y ya se hacía un poco pesado. Había sitios donde tenía que agacharme para pasar, pero nada grave. La experiencia lo valía. Un lugar realmente bonito.
Al terminar la visita, dejamos atrás este castillo tan precioso y comenzamos el regreso hacia el sur. Hicimos una parada en un área de autocaravanas algo más al sur, en Chinon, pero resultó un infierno de mosquitos. Había una plaga impresionante.
Por suerte, esta área pertenecía a Camping Car Park, así que como no usamos ningún servicio, pudimos salir sin que nos cobraran nada. Menos mal, porque quedarse ahí era una tortura. Había jardineros trabajando, y los pobres estaban todo el rato matando mosquitos en la nuca, en las piernas… Lo pasaban fatal.
Así que nos fuimos a otra área de autocaravanas que antes era un parking municipal, y esta sí nos encantó. Está junto al lago de Guesnes, un entorno muy, muy bonito. Allí pudimos relajarnos, hacer algo de gimnasia y simplemente disfrutar.
Dimos un paseo alrededor del lago. Mientras mi mujer hacía ejercicio, yo me llevé al niño a dar una vuelta. En una de esas vueltas me picó una mosca negra, y me provocó una reacción bastante fuerte. Esa misma noche empecé a notar frío y síntomas de resfriado, que me acompañarían durante los siguientes días.
Jueves 15 de mayo de 2025
La bajada ya se hizo dura. Entre el resfriado que arrastraba y que, al ir hacia el sur, teníamos el sol dándonos de lleno en el frontal de la camper, se hizo muy pesado el trayecto. Tuve que llevar el aire acondicionado a tope, y con el resfriado encima, fue bastante incómodo. Pero bueno, había que aguantarse.
Desde aquí ya nos dirigimos hacia el sur, hacia la zona del Périgord. Esta zona nos sorprendería mucho.
Nos alojamos en un camping, esta vez con piscina, lo que nos vino de maravilla para descansar. El camping se llama Camping Utopia Sarlat, y está muy cerca de Sarlat-la-Canéda.
Este camping tenía piscina climatizada interior y también piscina exterior, así que mi mujer aprovechó para darse un buen baño mientras yo me encargaba de fregar los platos y limpiar bien todos los biberones. Aquí por fin descansamos un poco, que ya lo necesitábamos.
Eso sí, el camping tenía mucha inclinación, lo que complicaba un poco el tema de dormir plano. Además, al ser mayo, solo tenían abiertos unos pocos lavabos, los del bloque central, lo cual resultó un poco incómodo. Pero bueno, nos relajamos, disfrutamos de nuestro bebé, de nosotros mismos y del entorno, que es lo que importa.
Viernes 16 de mayo de 2025
Al día siguiente visitamos el pueblo de Sarlat-la-Canéda. Es un pueblo muy bonito, de origen medieval, con mucho encanto en cuanto a arquitectura, pero demasiado turístico para nuestro gusto. Había demasiadas terrazas de restaurantes, demasiada gente, y la sensación general era un poco como la de Lloret de Mar o algún pueblo costero muy masificado. No lo disfrutamos nada, la verdad. Además, yo me encontraba mal, arrastrando aún el resfriado, así que fue una visita bastante incómoda y breve.
Así que decidimos dejarlo y nos dirigimos a un pueblo más acorde con lo que nos gusta a nosotros: más rural, tranquilo y auténtico. Ese pueblo es La Roque-Gageac.
Aquí fue el primer día que mi mujer portearía al niño durante bastante rato, algo que le hizo especial ilusión, y la verdad es que lo hizo genial.
La Roque-Gageac es un pueblo espectacular, encajado entre una gran pared de roca y el río, con casas que se integran perfectamente en el paisaje. Hay rutas preciosas siguiendo el curso del río que conectan con otros pueblos y castillos. Paseamos por sus callejuelas, subimos por una de ellas para tener una vista panorámica del valle y nos empapamos bien del ambiente.
En ese momento, dudamos entre buscar un camping, un área de autocaravanas o seguir ruta para ver otro castillo. Finalmente, nos animamos y decidimos ir al siguiente castillo: Castelnaud-la-Chapelle.
Dejamos la camper en el parking, y mi mujer volvió a portear al niño, esta vez con un reto considerable: subir un desnivel de 150 metros desde el río hasta el castillo. Y lo hizo solo dos meses después del parto, un auténtico logro personal del que estamos muy orgullosos.
La idea inicial era solo ver el castillo por fuera, disfrutar de las vistas y poco más. Pero una vez arriba, ella insistió: “Yo quiero entrar”. Y menos mal. Porque el castillo fue impresionante.
Eso sí, las escaleras eran una locura: empinadas, irregulares, con escalones que iban desde 10 cm hasta más de un palmo… ¡y con el niño a cuestas! Pero valió completamente la pena: las vistas eran de postal, con un verde exuberante cubriendo todo el valle. Un castillo realmente espectacular.
Después de la visita, le compramos un pequeño accesorio al niño como recuerdo, y emprendimos la bajada.
Para pasar la noche, optamos por un camping en lugar del área de autocaravanas, ya que ambos costaban prácticamente lo mismo, pero en el camping teníamos parcela con electricidad, duchas y acceso directo al río. Se trata del Camping de La Plage en Beynac, que está muy bien, aunque bastante apretado: se nota que es una zona muy turística.
Aun así, disfrutamos mucho, descansamos, nos duchamos, pudimos estar tranquilos con el bebé y cerrar el día con buenas sensaciones.
Sábado 17 de mayo de 2025
Pasamos la noche en el camping de Beynac, y esta mañana visitamos los Jardines de Marqueyssac. Hay que decir que estos jardines se podían haber cogido conjuntamente con la entrada al castillo del día anterior, pero en su momento decidimos no hacerlo porque no pensábamos ir. Finalmente, fuimos, y bueno… no están mal, son bonitos, con caminos cuidados y buenas vistas, pero tampoco nos impresionaron especialmente. Para pasar un rato del día está bien, pero sinceramente, no nos hubiera pasado nada si nos los hubiéramos saltado.
Después de la visita, ya sí, emprendemos la bajada hacia el sur más en serio. Queríamos parar a dormir en un área de autocaravanas cerca de Carcasona, pero al llegar… la sensación fue muy mala.
Antes de llegar al área, ya notamos que estaba justo al lado de un campo de fútbol, y había unas furgonetas aparcadas, grupos de adolescentes jugando, y miradas que no nos gustaron nada. Esas miradas típicas que te hacen sentir incómodo, con un ambiente un poco de barrio problemático. Lo comentamos entre los dos, y mi mujer me dice: “Este sitio no me gusta nada”, y yo estaba completamente de acuerdo.
Al entrar al área, todo estaba roto y descuidado: zonas ajardinadas abandonadas, papeleras rotas, postes eléctricos medio derrumbados… Era evidente que no era un sitio seguro ni agradable para pasar la noche. Por suerte, pudimos salir rápidamente, sin necesidad de registrarnos.
Eso sí, eso implicó hacer más kilómetros, y el pobre niño ya estaba muy cansado, no paraba de llorar. mi mujer se pasó atrás para intentar calmarlo durante el trayecto, y tuvimos que conducir más de una hora extra hasta encontrar un área de autocaravanas en la costa, donde por fin pudimos parar.
Este nuevo sitio, aunque lleno de mosquitos, al menos nos permitió conectar electricidad y usar nuestro mata mosquitos eléctrico, lo cual nos salvó la noche. Fue un día largo y agotador, pero al menos acabó de forma decente.
Domingo 18 de mayo de 2025
Al día siguiente decidimos hacer pocos kilómetros. Nos levantamos tarde, sin prisas, y nos dirigimos a un camping cerca de Roses, en primera línea de mar, pensando que sería perfecto para descansar tranquilos con el niño.
Pero aquí empezó lo complicado. Yo me empecé a encontrar muy mal. Me tumbé un rato para descansar, y de golpe empecé a marearme, notaba fiebre y el resfriado que ya arrastraba se puso muy fuerte. No mejoraba con nada, y tras estar un rato allí, decidimos que lo mejor sería marcharnos.
Nos acercamos a recepción pensando: “Bueno, a ver si por lo menos nos devuelven algo, porque apenas hemos estado unas horas y no vamos a pasar la noche”. Pero no… ni media devolución, ni opción de reembolso parcial, ni nada. Así que queda apuntado: un camping al que no volver. Mal servicio y poca empatía.
Conseguimos llegar a casa, y lo primero que hago es descargar la autocaravana y limpiar un poco, dejar todo recogido. Mi mujer y el niño se quedan en casa, pero yo, aunque estaba fatal, decido no quedarme. Preferí no dejar la autocaravana en la ciudad, por miedo a que le pase algo o nos roben, así que me fui a pasar la noche fuera.
Lunes 19 de mayo de 2025
Paso la noche y me levanto al día siguiente fatal, fatal. Me notaba descansado, sí, pero había pasado una noche con fiebre muy alta. Además, hubo una tormenta durante la noche, y el viento me despertó varias veces, fatal. Aun así, al día siguiente me encuentro un poco mejor, aunque con un buen catarro, eso sí, uno de los grandes.
Hago una limpieza a fondo de toda la camper. Luego voy a casa para terminar de limpiarla mejor y, cuando ya la tengo a punto, me dirijo a devolverla. La devolución, sin ningún problema.
CONCLUSIONES
Y para acabar, puedo decir que este ha sido un viaje espectacular. Un viaje muy bonito. Hemos hecho lo que hemos podido con el bebé, y la verdad es que ha sido más fácil de lo que nos esperábamos. Han sido muchos kilómetros: un total de 2.700 km. Y nos ha encantado. El peque, con solo dos meses de vida, ha aguantado muy bien, y creemos que acertamos plenamente eligiendo una camper en lugar de una autocaravana.
¿Por qué? Porque una autocaravana, en caso de accidente, tiene una parte trasera hecha de contrachapado. Es mucho menos segura: se deshace fácilmente y los que van detrás casi no sobreviven. En cambio, una camper tiene una estructura de furgoneta, hecha de hierro, mucho más resistente. Por eso nos decidimos por ella.
Otra ventaja es que la autocaravana es más grande, más pesada, menos aerodinámica, y eso complica el acceso a muchos sitios. Las calles estrechas, los pueblos pequeños… todo es más difícil. Con la camper, es más ágil, más manejable, consume menos con el viento, y por las carreteras francesas se lleva mucho mejor.
Eso sí, se nota la diferencia en el espacio interior, claro. Pero nos gustó mucho la distribución que teníamos: una cama de 2×2 en la parte trasera, con el niño en medio, con su colchoncito, y así podíamos controlarlo los dos fácilmente.
Ha sido el primer viaje de muchos. El primero con tan solo dos meses, y desde luego… esto es un “continuará”.